Para el escritor mexicano Carlos Fuentes “´Cien años de soledad´ se convierte en una terrible metáfora del abandono y el miedo del hombre sobre la tierra
La novela “Cien años de soledad”, del Gabriel García Márquez, que cumple este 50 de mayo medio siglo de su primera edición en Argentina, tiene tantas interpretaciones como sus millones de lectores en los cuatro continentes. Esa fue la magia de su autor: atrapar al lector de principio a fin.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”, son las palabras con las que García Márquez (Gabo), inicia la creación de ese mundo mágico que es Macondo -que 50 años después- esta traducido en 36 idiomas.
El Congreso de la Lengua Española, que se realizó en la ciudad de Cartagena en el 2007, celebró con la presencia del Nobel de Literatura, el millón de ventas de “Cien años de soledad”. Ahora 10 después cuantos lectores sumó, quizá otro millón o más.
Ese 26 de marzo del 2007, García Márquez, con traje impecablemente blanco, con una corbata de colores, que le daba el toque caribe que el escritor llevó en su sangre, en su alma, en su obra y en sus propias cenizas que hoy reposan en Cartagena, dijo:
“Hoy las academias de la lengua lo hacen con un gesto hacia una novela que ha pasado ante los ojos de 50 veces un millón de lectores, y hacia un artesano, insomne como yo, que no sale de su sorpresa por todo lo que le ha sucedido (…)
No sé a qué horas sucedió todo. Sólo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy, no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado, para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente”.
“Cien años de soledad” tiene lectores en los sistemas de transporte masivos de todo el mundo, en los parques, en las escuelas, en los niveles sociales altos, medios y bajos, en todas las culturas y en todas las razas y es ahí es donde está la universalidad de la obra maestra que llevó a García Márquez, al Nobel de Literatura en 1982.
El escritor mexicano, Roberto García Bonilla -en su reciente visita a Bogotá- dijo a Notimex, que en “Cien años de soledad”, García Márquez, cuenta “una historia casi mitológica y al mismo tiempo real”.
“Lo que puedo ver en la obra de García Márquez es que cualquier tipo de gente de estrato social lo lee (…) Tengo que decir con franqueza que he visto mucho más gente en el metro en México leyendo a García Márquez, que a (Juan) Rulfo”, apuntó.
Las tesis de grado, las monografías, los análisis sociológicos, políticos, históricos y literarios, no solo están presentes en la academia colombiana sino en las más prestigiosas universidades de todo el mundo y es por todo este impacto mundial que se dice que la vida y la obra de García Márquez son inmortales.
“Cien años de soledad” -según el escritor colombiano Gustavo Tatis- es “un libro en donde el hombre colombiano, el hombre del caribe o el hombre universal descubre el mundo. Curiosamente el Macondo que hablaba de un lugar pequeño, se convirtió en un espejo de país”.
“Es un libro prodigiosos porque que está lleno de memorias míticas, personales pero además tiene una referencia histórica de las guerras civiles de Colombia y el mundo. Lo que poco se sabe es que García Márquez, puso a trabajar más de 20 personas cuando llegó a México para escribir ´Cien años de soledad´”, refirió.
Para Paul Brito, otro estudioso de la obra de García Márquez, “´Cien años de soledad´, nunca deja de ser universal” y cualquier persona que lea esta novela, así este en cualquier ciudad de Europa o Japón, se puede identificar en Macondo.
García Márquez nunca estuvo limitado “a lo coloquial, no se quedó atenido al color solamente local de su referente más cercano, el caribe, sino que se nota también una alimentación de sus libros que leía de la literatura europea de William Faulkner. Ahí también vemos la calidad de híbridos en su literatura. Esa calidad universal”, enfatizó Brito.
El investigador Felipe Vieira, Ph. D. en Historia Cultural, de la Universidad Nacional de Colombia, en un texto publicado en la última edición del periódico del centro docente, sostuvo que “Cien años de soledad”, “mantiene su significado para las generaciones del siglo XXI porque puede ser vista como una profunda reflexión sobre la historia de América y su contacto con occidente, como con su discurso de progreso y de civilización”.
García Márquez “buscó obstinadamente darle un lugar a la historia del continente. El escritor coqueteó con el poder, y no solo por motivos literarios; con simpatía, humor y una cierta ligereza, tuvo –como pocos de su generación– libre acceso a los bastidores de la política latinoamericana”, refirió.
Dijo que “esa inmersión profunda lo convirtió en una voz autorizada para hablar y escribir sobre América, especialmente desde que se publicó ´Cien años de soledad´”.
El libro seguirá sumando lectores en todo el mundo, multiplicando interpretaciones por doquier, como los conceptos Carlos Fuentes, quien en alguna ocasión afirmó: “(…) Como Cervantes, García Márquez establece las fronteras de la realidad dentro de un libro y las fronteras de un libro dentro de la realidad”.
Para el escritor mexicano Carlos Fuentes “´Cien años de soledad´ se convierte en una terrible metáfora del abandono y el miedo del hombre sobre la tierra: el abandono y el miedo de regresar a la naturaleza anónima e inhumana, el terror de engendrar un hijo con cola de cerdo e iniciar el regreso al origen absoluto: a la nada”.